Reflexiones Valentum
Artículo – Filosofía de inversión
Valentum – El foco en el balance
Nuestro proceso de análisis incluye distintos aspectos de las compañías que miramos. Entre ellos, los solemos resumir en tres grandes factores: 1) la generación de caja, 2) el balance y 3) el equipo gestor.
El balance tiene una importancia muy grande en nuestro análisis y es, en muchas ocasiones, determinante para excluir compañías. Cuando pensamos en inversiones, muchas veces nos enfocamos en la rentabilidad de podemos conseguir, pero no debemos olvidar la primera regla de la inversión: no perder dinero. De poco nos vale el crecimiento si no es rentable, y de poco nos vale la generación de caja si no conseguimos que nos llegue a nosotros, los accionistas.
Por tanto, cuando analizamos una empresa miramos el balance para ver, qué activos tiene, qué deudas debe y qué capital circulante necesita para operar.
La primera parte, qué activos tiene una compañía, es la más sencilla de ver y de entender. Aquí lo importante es ver la vida útil de esos activos, lo amortizados que están y las necesidades de reemplazarlos que hay. Esto se une con el flujo de caja entendiendo las necesidades de inversión que tiene la compañía solamente para mantener el mismo nivel de negocio que está generando hoy.
En segundo lugar, la deuda. Para nosotros es primordial que las empresas en las que invertimos tengan poca deuda, por dos razones. La primera razón es evitar problemas serios. A veces nos equivocamos en nuestro análisis, otras veces ocurren cambios económicos que provocan variaciones en los negocios y otras veces los directivos de las compañías toman decisiones incorrectas. Cuando todo esto ocurre las empresas reducen sus beneficios o incluso pueden tener algún año de pérdidas. En caso de que esto ocurra, no es lo mismo que la empresa tenga un balance fuerte a que tenga una posición de deuda. Si tiene una posición de deuda, se va a ver abocada a una tensión de balance de forma rápida que va a obligar a pedir nuevo capital a sus accionistas, vender activos o buscar dinero de cualquier otra forma. Esto puede provocar pérdidas de valor permanentes que afecten a nuestra inversión a largo plazo. Sin embargo, si la compañía tiene un balance fuerte, puede superar la situación sin problemas e incluso ganar cuota de mercado o comprar a sus competidores más débiles. Un ejemplo es IPCO, una petrolera de origen sueco que tuvimos hace unos años. No nos gustan mucho las materias primas porque los directivos no tienen capacidad de acción ante variaciones del precio del petróleo, en este caso. Sabíamos que los resultados de IPCO serían volátiles, pero al tener una posición de caja neta muy elevada, no tendría problemas de balance. Cuando la compañía decidió lanzarse a hacer grandes inversiones en Canadá, decidimos vender.
El tercer factor es el circulante. La posición de circulante es la diferencia entre el activo a corto plazo (inventarios y cuentas a cobrar) y el pasivo a corto plazo (cuentas a pagar). Cuando la posición de circulante es positiva quiere decir que tenemos más activo que pasivo, pero también quiere decir que tenemos menos dinero y que hay que financiar esos inventarios y el tiempo en que los clientes tardan en pagar. Por el contrario, cuando es negativo, la empresa es capaz de tener poco inventario y cobrar antes de tener que pagar a sus proveedores. Esta situación nos financia gratis, pero hay que ser conscientes de que, si baja la actividad, el circulante se dará la vuelta y drenará caja. El circulante es importante porque nos ayuda a entender bien la naturaleza del negocio, cómo evolucionará el flujo de caja en función de las variaciones de ingresos y también a entender cómo el quipo gestor dirige el día a día de la empresa. Como ejemplo, SCS y DFS, compañías británicas que venden sofás y tienen un circulante negativo grande. Cuando miramos sus balances vemos que SCS tiene caja y DFS tiene deuda. Si miramos más en profundidad, el análisis que hacemos es ver cuánto de la caja no es propia, es decir, se debe a los proveedores. Al hacer este análisis vemos que SCS sigue teniendo caja neta propia, mientras que en DFS, la deuda sube bastante. El resultado es que cuando hay una caída de actividad el flujo de caja se reduce, pero llegan las obligaciones de pago a los proveedores. En plena pandemia, DFS tuvo que ampliar capital, mientras que SCS no tuvo ningún problema. La cotización de DFS ha tenido una evolución un 30% peor que la de SCS desde entonces.
En conclusión, el análisis del balance es crítico y fundamental a la hora de ver la capacidad de supervivencia que tendrá la compañía en momentos difíciles y, por tanto, es clave para cumplir la primera regla de la inversión: no perder din