Valor frente al ruido: las decisiones de inversión de Valentum ante Trump

20 junio, 2025

Desde el llamado “Liberation Day” del 2 de abril, Trump ha desencadenado una ofensiva arancelaria en varias fases. Ese mismo día anunció un arancel global del 10 % sobre todas las importaciones, aranceles “recíprocos” contra más de 60 países y un arancel del 25 % a automóviles y piezas extranjeras. El 3 de abril, los aranceles a vehículos ya estaban en vigor, y el 5 de abril comenzó la aplicación formal del arancel universal del 10 %, con exenciones temporales para Canadá y México. Entre el 6 y el 9 de abril se activaron los primeros aranceles recíprocos, aunque se excluyó a los países en negociación. El 10 de abril, tras una fuerte reacción empresarial y política, Trump declaró una pausa de 90 días en parte de los aranceles para favorecer el diálogo bilateral. El 28 de mayo, un tribunal comercial falló que Trump podría haber excedido sus competencias legales, aunque la decisión fue suspendida tras una apelación. Ya en junio, el 11, la administración anunció un aplazamiento hasta el 9 de julio de los aranceles del 50 % sobre productos europeos, mientras continuaban las negociaciones. Ese mismo mes, se cerró un acuerdo parcial con China, rebajando algunos aranceles efectivos, pero manteniendo la estructura de presión sobre Pekín.

Los aranceles no son solo titulares o peleas diplomáticas. Son precios que acaban notándose en el carrito de la compra, en las cuentas de las empresas y en las decisiones de los bancos centrales. Desde que Trump relanzó su cruzada comercial, el efecto en la economía ya se empieza a sentir.

La primera víctima silenciosa de los aranceles es el consumidor. El miedo a que los precios sigan subiendo ha hecho que muchos adelantaran compras importantes. Pero ese “consumo de pánico” se está apagando rápido: en mayo, las ventas minoristas bajaron un 0,9 %, y las de automóviles cayeron un 1,7 %. Comprar coche nuevo o cambiar electrodoméstico se ha convertido en una decisión más complicada.

Las compañías que dependen de materias primas o componentes del extranjero están en una situación incómoda. O asumen el sobrecoste, o se lo pasan al cliente —y con ello, el riesgo de perder ventas.

Actualmente la cartera de Valentum FI, solo tiene un 6% de exposición a compañías americanas, 4 compañías en total, hablaremos de dos:

  • Una de esas posiciones en EE.UU es un fabricante de piezas de diferentes tamaños y materiales para una amplia variedad de industrias. Esta compañía tiene todas sus fábricas en Estados Unidos, no tiene producción en ningún otro país, por lo que tiene una posición de ventaja frente a otras empresas industriales ante este ambiente convulso. Con lo que hemos comentado parece un claro beneficiario de la situación. Hemos hablado recientemente con ellos y, aunque están recibiendo interés de nuevos clientes con intención de centralizar su cadena de suministro en Estados Unidos y evitar mayor daño de aranceles, la realidad es que de momento nadie ha dado un paso en firme. Las compañías no confían en la palabra de Trump, no quieren arriesgarse, de momento, a cerrar un nuevo contrato o hacer una nueva inversión en suelo americano, ya que tienen la incertidumbre de que todos estos aranceles sigan cambiando de un día para otro sin ninguna lógica predecible y clara. Nuestra tesis en esta compañía en concreto no se basa en los nuevos posibles contratos gracias a la política arancelaria, sino en una muy buena gestión del negocio por parte del equipo directivo, que ha conseguido eficiencias operativas significativas, así como una estrategia de M&A, ahora en ejecución, muy interesante. Las tarifas pueden suponer un crecimiento adicional para nuestra idea, pero de momento no contamos con ello, ni necesitamos contar con ello.
  • En la otra cara de la moneda, tenemos una posición a la que sí le afectan las tarifas, comprada en los días más volátiles tras el Liberation Day, pero que no es un nuevo nombre para nosotros (estuvimos invertidos desde 2021 a 2024 y salimos con buenas plusvalías). Se trata de una compañía de consumo de artículos deportivos. La compramos debido a la sobrerreacción que sufrió esos días de abril, ya que teníamos conocimiento de que el efecto (incluso con la primera tirada de tarifas publicada) no iba a ser tan grande, y con la confianza además de que ese nivel publicado no sería sostenible. Lo vimos como una buena oportunidad de volver a entrar en un nombre que nos gusta a una valoración muy atractiva gracias a la volatilidad el mercado ese día. Desde que compramos esos días de abril, el título ha subido un 20%.

En cuanto a las compañías europeas con negocio en EE.UU. de nuestra cartera, la realidad es que los impactos son limitados, bien porque muchas tienen fábricas en EE.UU para llevar a cabo los trabajos que luego venden en ese territorio, o bien porque el efecto en sus competidores va a ser igual o peor al suyo, por lo que no se encuentran en una situación de desventaja competitiva. No obstante, redujimos posición en aquellas en las que vimos mayores efectos negativos, y aprovechamos esos fondos para entrar en nuevos nombres (como el que hemos mencionado anteriormente) o para reforzar ideas existentes en cartera de alta convicción.

Como siempre decimos, movemos la cartera basándonos en las oportunidades y valoraciones compañía a compañía e intentamos capear y aprovechar los temporales (que a veces son catalizadores) con este tipo de rebalanceos comentados.

No sabemos lo que va a hacer Trump y, ahora tenemos un nuevo frente en Oriente Medio con el conflicto entre Irán e Israel, pero sabemos el valor que tienen las compañías que tenemos en cartera, y las herramientas con las que cuentan para navegar en todo tipo de situaciones, positivas o negativas.

Ana Moreno

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